La Madre de Jesús, María, reconocida en esta Tierra como la Madre del Salvador, la Inmaculada Concepción, la Reina de la Paz,... es pieza fundamental en la conversión de las almas.
Ella, como la más dulce y amorosa de las madres, pide constantemente a su Hijo por toda la humanidad. Su inmenso amor la ha llevado a aparecerse entre nosotros para dejarnos mensajes de paz, de caridad, para enseñarnos el camino que conduce indefectiblemente a la morada eterna.
Ha sido Ella quien me ha concedido, en más de una ocasión, favores y milagros de Jesús.
Es por eso, que en mi humilde posición y habiendo sido testigo fiel de su presencia permanente entre nosotros sus hijos, y su interés claro y preciso de querer ayudarnos, estando atenta a nuestros clamores, les invito a conocerla.
Todo lo que pidan a la Reina del Cielo, María, les será concedido si es para la salvación de sus almas y la mayor gloria de su Hijo.
En pocas palabras, todo lo bueno, sea la conversión de un hijo, el alejamiento del mal, la conversión de un esposo, amigo, la indisolubilidad de un matrimonio, la fidelidad a la Iglesia, María,... la Inmaculada Concepción, Aquella que llevó en su vientre al Salvador del mundo: Jesucristo, atenderá dichosa la petición y la presentará ante Él como en Caná. Donde luego les dirá entonces: hagan lo que Él les diga. Y Jesús dispondrá y ordenará todo para el cumplimiento de aquel milagro de amor que Su Madre, la Esclava del Señor, le solicita.
No dejes de buscarla...
Su dulzura, su luz y ternura, serán inolvidables una vez que la descubras.
Ella, como la más dulce y amorosa de las madres, pide constantemente a su Hijo por toda la humanidad. Su inmenso amor la ha llevado a aparecerse entre nosotros para dejarnos mensajes de paz, de caridad, para enseñarnos el camino que conduce indefectiblemente a la morada eterna.
Ha sido Ella quien me ha concedido, en más de una ocasión, favores y milagros de Jesús.
Es por eso, que en mi humilde posición y habiendo sido testigo fiel de su presencia permanente entre nosotros sus hijos, y su interés claro y preciso de querer ayudarnos, estando atenta a nuestros clamores, les invito a conocerla.
Todo lo que pidan a la Reina del Cielo, María, les será concedido si es para la salvación de sus almas y la mayor gloria de su Hijo.
En pocas palabras, todo lo bueno, sea la conversión de un hijo, el alejamiento del mal, la conversión de un esposo, amigo, la indisolubilidad de un matrimonio, la fidelidad a la Iglesia, María,... la Inmaculada Concepción, Aquella que llevó en su vientre al Salvador del mundo: Jesucristo, atenderá dichosa la petición y la presentará ante Él como en Caná. Donde luego les dirá entonces: hagan lo que Él les diga. Y Jesús dispondrá y ordenará todo para el cumplimiento de aquel milagro de amor que Su Madre, la Esclava del Señor, le solicita.
No dejes de buscarla...
Su dulzura, su luz y ternura, serán inolvidables una vez que la descubras.
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